El criminal Hugo López Gatell

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

La semana que terminó quedará marcada por el monumental revés de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a los afanes autoritarios de Andrés Manuel López Obrador.

Ese hecho crucial y la crisis migratoria en nuestra frontera con Estados Unidos, relegaron a un segundo plano el anuncio del fin de la emergencia sanitaria por Covid 19, tres años después de iniciada una tragedia mundial que tristemente tiene a México como actor estelar de incompetencia e indolencia que derivó en tres cuartos de millón de muertos mexicanos.

La efeméride que marca no la erradicación del virus ni sus efectos en la salud humana sino su carácter pandémico, es un buen momento para hacer un balance y comenzar a señalar responsabilidades y responsables. Y el balance es terrorífico: las cifras oficiales muestran un brutal exceso de mortandad en México en 2020 y 2021, ya sea por efectos directos del Covid o porque una desastrosa gestión de salud pública dejó sin atención, tratamiento y medicamentos a cientos de miles de mexicanos que en ese periodo y aún después perdieron la vida por otros males.

El gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación, tan adepto a tomar decisiones de todo tipo basadas más en cálculos político-electorales que en consideraciones técnicas de cada tema a tratar, tardó valiosos meses en darle a la prevención un lugar prioritario en la inminente batalla sanitaria que se perfilaba desde finales de 2019. Pasó del “no hay problema” y del convocar a los abrazos que por cierto tampoco han servido para combatir el crimen, a la petulante y justificadora declaración de que la pandemia “cayó como anillo al dedo”. Y cómo no, si desde entonces es el pretexto perfecto para justificar la falta de crecimiento económico en nuestro país.

Pero no nos desviemos. La asunción de Hugo López Gatell como todopoderoso responsable de la política nacional de salud en tiempos de emergencia, generó al principio una sensación de esperanza al escuchar un discurso apantallador y engañabobos, que poco a poco se empantanó en el afán de no incomodar o mucho menos desmentir a un mandatario ciego de poder y negacionista ante la implacable realidad de una gran crisis inesperada.

Solícito y abyecto lambiscón, López Gatell cumplió al pie de la letra las instrucciones presidenciales de minimizar la tragedia como lo hace con cuanto problema enfrenta su desgobierno. Y así como -nervioso y regañado por el jefe máximo- se atrevió a jurar y perjurar que el cubrebocas no era una herramienta útil de cuidado y prevención, firmó su propia sentencia de culpabilidad cuando, ufano, aseguró que en un escenario catastrófico poco probable México lamentaría 60 mil decesos por Covid. Y simplemente el destino le cobró su infame osadía agregándole un cero a esa cifra.

Fueron dos años de cientos de maromas discursivas y argumentativas de un Gatell que se convirtió en el payaso de las cachetadas, cuando dijo por ejemplo que las personas estaban muriendo no porque no hubiera lugar en los hospitales públicos sino por causa del virus, o que el presidente López Obrador podía seguir sin aislarse “porque él tenía fuerza moral y no de contagio”.

En el inter murieron cientos de miles de compatriotas. Andrés Manuel López Obrador y su familia enfermaron, y tuvieron acceso a un medicamento negado para millones de mexicanos, el remdesivir. Faltaron pruebas de detección y protocolos de protección. Se apostó por el contagio masivo para generar la inmunidad de rebaño.

Y luego, para colmo, ni siquiera el criminal Hugo López Gatell fue protagonista en una exitosa estrategia de vacunación que evitó un daño mayor.

Como epílogo del desastre en una comedia negra, la 4T anunció en esa misma semana del fin de la pandemia su “gloriosa” vacuna Patria, que ni es mexicana ni servirá ya para nada, porque ya todo quedó atrás: muerte, desazón, tristeza, rabia e impotencia en historias que ya se empiezan a contar. Muertes en casa, escasez de equipo hospitalario, y fallecimientos tardíos por interrupción de tratamientos terapéuticos en medio de un criminal desabasto farmacéutico.

Culpabilidad o simplemente responsabilidad hacen que, hechas públicas denuncias y una petición de la Fiscalía General de la República para investigar el actuar del conocido como “doctor Muerte”, muchos pidamos que la justicia alcance a Hugo López Gatell, por incompetencia y omisión flagrantes.

#CárcelAGatell

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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