Carlos Arturo Baños Lemoine.
Está en México, en visita oficial, la señora Janet Yellen, quien es la Secretaria del Tesoro de Estados Unidos. Como muchos otros funcionarios de aquel país, la señora Yellen sólo ha venido a perder su tiempo en inútiles actos protocolarios y diplomáticos. ¿El tema a tratar? El fentanilo, la droga que más le preocupa actualmente al gobierno de Joe Biden ya que ha causado la muerte de alrededor de 100 mil estadounidenses.
Por supuesto que también están tratando el tema del mercado de drogas en general que, según cálculos conservadores, genera alrededor de 100 mil millones de dólares cada año. Tanto les preocupa este asunto a los gringos que incluso han creado la Fuerza de Ataque contra el Fentanilo (no es broma).
Estamos, pues, ante un capítulo más de la fallida “guerra contra las drogas”; una guerra perdida de antemano, como siempre he sostenido. Las drogas siempre ganarán. Desafortunadamente, sus muchos años de vida y sus conocimientos sobre Economía no le han bastado a la señora Yellen para darse cuenta de que está luchando contra un coloso demoledor que nunca será vencido: el mercado de las drogas.
Cualquiera persona con conocimientos elementales de Economía, Derecho y Ética sabe muy bien que, desde ya, deben ser legalizadas todas las drogas: cuando no se puede optar por el bien debido, se debe optar por el mal menor.
La “guerra contra las drogas” es un clarísima desinversión: cada vez se gastan más recursos económicos y cada vez se obtienen menos beneficios. Sólo gente estúpida puede obstinarse en seguir aplicando esta fórmula fracasada… ¡y vaya que hay gente muy estúpida ocupando altos puestos gubernamentales en México, Estados Unidos, China y el resto del mundo!
En el mercado de las drogas, como en todo mercado, mandan los consumidores: los productores y los comerciantes sólo responden a una demanda inicial. Y los consumidores de drogas incluso han crecido en todo el mundo: por distintas razones, los consumidores buscan afanosamente sensaciones placenteras; y los consumidores que incurren en excesos y desmesuras suelen morir por adicciones o sobredosis.
Y resulta sumamente estúpido pensar que salvaremos de la muerte a los consumidores inmoderados si mantenemos el mercado de las drogas en la ilegalidad. ¡Para nada! Mantener en la ilegalidad el mercado de las drogas no salvará a nadie y, en cambio, generará un comercio de drogas marcado por la violencia excesiva entre pandillas y cárteles, la dudosa calidad de la mercancía, los precios abusivos, la corrupción de los cuerpos policíacos, la complicidad codiciosa de los militares y los políticos, la ausencia o deficiencia de programas para rehabilitar a consumidores arrepentidos, etc.
Muertos por drogas siempre habrá: resulta estúpido tratar de evitar lo inevitable.
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