Esa delgada línea roja

Rubén Cortés.

El presidente ya acabó la construcción del régimen estilo Nicolás Maduro, al que dedicó seis años en alistar, para que Claudia Sheinbaum cierre la pinza de un país con ciudadanos sin presunción de inocencia y sin ahorros, y una presidencia monárquica.

Más que chavista, como se avizoraba desde 2006, el sistema biopolítico que armó el actual presidente es madurista, porque lo pensó (como Chávez con Maduro) para alguien que no necesite habilidades mediáticas y solo tenga que dictar los titulares.

El México que viene lo resumió Javier Alatorre en un editorial de TV Azteca anteanoche:

Quitarle a la sociedad la posibilidad de amparo para mandar a la cárcel a los enemigos políticos, robarse los fondos de las Afores, quitar el voto a los migrantes y darlo a los maleantes,  perdonar desde la presidencia a los criminales que le dé la gana”.

Es la misma televisora en la que el actual presidente tuvo, como candidato, tuvo su propio programa, La otra versión, transmitido de lunes a viernes, de 6:00 a 6:30 AM, en el cual dijo, entre millones de cosas, que:

–“No voy a meter a la cárcel a mis adversarios

–“No tengo semejanza alguna con el presidente Hugo Chávez

–“No soy un trasgresor de la ley

–“No ambiciono el poder, que me pongan la banda presidencial o me rindan honores

–“A mí me gusta el reggaetón

Hoy, sin embargo, el presidente se la tiene jurada al dueño de TV Azteca y, en eso, recuerda justamente al Hugo Chávez con quien aseguró en TV Azteca que no tenía ninguna semejanza. Porque, esta persecución contra Ricardo Salinas, es similar a la Henrique Otero.

Henrique Otero, dueño del diario El Nacional de Caracas, abrió sus páginas al candidato Hugo Chávez. Y su entonces esposa, dueña del Ateneo de Caracas, cedió el recinto a Chávez para sus discursos. Al ganar la presidencia, Chávez los aplastó a ambos.

Tal fue el odio posterior de Chávez que, durante un discurso, enrolló un ejemplar de El Nacional y amenazó con metérselo por… ahí mismo, a Henrique Otero. Chávez murió y Maduro cumplió su deseo de expropiar el periódico. Hoy Otero vive en el exilio.

Aun así, en la Venezuela del sucesor de Chávez, se escucha decir a muchas voces de la oposición: “No, no, Chávez era otra cosa”. Y es cierto, cuando murió Chávez había 62 partidos en Venezuela. Hoy, Maduro ni siquiera permite que haya candidatos de oposición.

Y aquí, a 43 días de las elecciones y sin el menor rubor, Claudia Sheinbaum advierte que quiere meter a la cárcel a la candidata opositora, y a la presidenta de la Corte.

Pues sí, es más como Nicolás Maduro, que como Hugo Chávez.

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