AMLO atesora otra virtud, como domador que dice ser: ha podido amaestrar a todos sus cercanos, sean estos diputados, senadores, secretarios de estado, asesores o lambiscones.

José C. Serrano.

Viene a la memoria un recuerdo grato de cuando el circo llegaba las ciudades, grandes, medianas o pequeñas, con sus personajes, atavíos, implementos de trabajo y animales amaestrados. Todos metidos en la gran carpa.

La mayor atracción, donde los espectadores se agolpaban era el espectáculo ofrecido por el domador de exóticos felinos: leones, tigres, leopardos y pumas. Aún se pueden mirar fotografías que muestran al curioso, un atlético caballero vestido con ropa deslumbrante; en una de sus manos blandía un látigo centellante y, en la otra, una silla como complemento de sus medios de defensa. Los domadores más precavidos llevaban un revólver suficientemente abastecido con cartuchos útiles.

No hay duda de que la profesión de domador ha estado llena de tensión y peligro; sin embargo, quienes se han dedicado a ella, han podido disfrutar de una larga carrera, inclusive, por varias generaciones.

En la década de los 20 del siglo pasado, las técnicas de adiestramiento se basaban, predominantemente, en golpear a los animales para conseguir su sumisión, pero pronto se descubrió que recompensarlos con comida era mucho más efectivo, y mucho más humano. Los domadores se dieron cuenta de que es muy importante que los grandes felinos hayan comido y descansado lo necesario antes de salir a la pista o, de lo contrario, se mostrarían violentos y agitados.

En tiempos del coronavirus, el domador egipcio Ashraf El Helw, trabaja con la leona Joumana desde la sala de estar de su casa. A partir de que El Cairo cerró las áreas recreativas en marzo de este año, debido a la presencia del virus devastador, los El Helw, domadores de leones y tigres desde hace tres generaciones, se han quedado sin circo y, por lo tanto, técnicamente en el desempleo.

Sin embargo, la familia decidió ofrecer el espectáculo desde casa para mantener el contacto con el público, a través de redes sociales. El látigo es un fantasma que quedó en el pasado; lo nuevo es utilizar una vara rígida para dirigir los movimientos de Joumana.

Este periplo por el mundo circense puede llevar al lector a visualizar cierta similitud con lo que ocurre en el país y sus gobernantes, a raíz de la presencia nada grata del SARS-CoV-2.

El presidente de México, sin recato alguno, ha afirmado en reiteradas ocasiones que ya domó la pandemia, no obstante que la realidad lo confronta con cifras alarmantes referentes a contagios y muertes al por mayor. Ese papelón solía hacerlo Vicente Fox Quesada, cuando era presidente de la República. Acostumbraba decir: en 15 minutos puedo lograr la reunificación de las dos Coreas. Pamplinas.

Cuán útil sería la actuación de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el domador de pandemias, en países como Estados Unidos y Brasil, que sufren en serio los estragos del virulento flagelo. AMLO atesora otra virtud, como domador que dice ser: ha podido amaestrar a todos sus cercanos, sean estos diputados, senadores, secretarios de estado, asesores o lambiscones. El tabasqueño pudo conseguir el permiso que, por unanimidad, le conceden sus subalternos para viajar al sureste de la República. El bastón de mando lo depositará en el florero más costoso del país: la maternal Olga Sánchez Cordero.

 

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