Francisco Garfias.
No alcanzo a imaginar lo que pasó por la cabeza de los banqueros, reunidos en Acapulco, cuando escucharon decir López Obrador que “tenemos condiciones inmejorables para crecer”.
No hay nada que sustente ese optimismo. Ni un solo dato. El mundo está en emergencia sanitaria. El barril de petróleo anda por los suelos a consecuencia de la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia. La desaceleración económica es global.
La mezcla mexicana se cotiza en 23. 53 dólares el barril. Ni siquiera la mitad del precio de referencia –49 dólares— sobre el cual se elaboró el Presupuesto de Egresos 2020.
Las palabras del Presidente contradicen incluso lo declarado, la víspera, por Arturo Herrera.
El titular de Hacienda reconoció el jueves que, en el mejor de los escenarios, la pandemia del coronavirus va a tener un “impacto mayor” en la economía nacional. Hablo incluso de hacer un “colchón”.
Diversas calificadoras e instituciones financieras ya recortaron su previsión de crecimiento en México para el 2020. Bank of América la bajó de 0.5 a 0.1 por ciento.
“Esperamos que México se contraiga por segundo año consecutivo. Nuestra revisión incorpora un panorama global más débil, así como una mayor aversión al riesgo global y precios del petróleo considerablemente más bajo”, explica el citado banco de inversión.
El FMI, el Banco Mundial, el Banco de México. Todos han revisado a la baja las expectativas.
“No puedo más. ¿En qué mundo vive el presidente López Obrador? Este año asoma ya la recesión”, escribió en twiter el consultor económico, Alejandro Rodríguez.
Esas palabras devolvieron a mi mente las que le escuché al coordinador de los diputados de Acción Nacional, Juan Carlos Romero Hicks: El presidente López Obrador está “desconectado” de la realidad.
¡Ni cómo ayudarlo!
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Algo anda muy mal en el grupo parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados. Hay brotes de protesta e inconformidades en la bancada del partido en el gobierno. Aceptan el “¡Sí, señor presidente!” sin chistar.
Lo anterior es más notorio en los legisladores con trayectoria y en aquellos que vienen de la lucha democrática.
El ejemplo más notorio es el Muñoz Ledo. Ya todos sabemos de sus públicos señalamientos a los “diputados lambiscones” que todo le aprueban al presidente y que apoyan lo que Porfirio llama “la dictadura silenciosa”.
“En la Cámara de Diputados solo se aprueban las iniciativas que manda el Ejecutivo”, protestó esta semana el experimentado legislador, luego de que sus compañeros de bancada rechazaran una reserva que propuso a la iniciativa de Reforma al 4° Constitucional.
Ayer volvió a la carga. Se quejó de que en la sesión del jueves se discutió con injurias, durante cuatro horas, la diferencia entre rifa y sorteo, cuestiones equivalentes en el diccionario.
“¡Qué manera de no legislar! Me da pena el prestigio del Congreso”, posteó el diputado en redes sociales.
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Otra inconforme es Lorena Villavicencio. Dice que ha sido bloqueada y que no tiene juego interno. Esa situación la hizo tronar.
Publicó un comunicado de apoyo a Muñoz Ledo en el que protesta por el “trato diferenciado” que la coordinación del grupo les da a diputados y diputadas.
“Las discrepancias abiertas y con argumentos han sido sancionadas impidiendo la participación en tribuna, la presentación de puntos de acuerdo o de iniciativas”, dice la legisladora de Morena.
Agrega: “En mi caso he sido seriamente descalificada y bloqueada. El caso de Porfirio es diferente. Él es intocable porque es emblema de la lucha por la democracia en este país, pero sus iniciativas, como las de muchos otros, están congeladas”.
Lorena dice que es “frustrante” vivir en la autocensura, la descalificación y yendo al pleno a debates acotados.
Mario Delgado, coordinador del grupo, no quiere subirse al ring con Porfirio. Por lo menos no públicamente. “Respeto mucho a Muñoz Ledo”, repite, para luego señalar que la bancada de Morena y el gobierno federal comparten los mismos proyectos y plataforma.
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Entre que son peras o manzanas, la alcaldía Benito Juárez se convirtió ayer en la primera, en la CDMX, en suspender todos los eventos públicos por el coronavirus.
El alcalde panista, Santiago Taboada, tomo la mencionada decisión después de evaluar la información oficial que califica de inminente la llegada y dispersión del virus.
La UNAM, por su parte, informó que, a partir del 23 de marzo, y hasta nuevo aviso, quedarán suspendidas todas las actividades culturales de carácter masivo, particularmente los conciertos en la Sala Netzahualcóyotl.
Y de última hora se informó que la Secretaría de Salud decidió endurecer las medidas para contener la velocidad de los contagios. La decisión se tomó debido a que, en las últimas 24 horas, se triplicaron los casos que se han presentado desde el 27 de febrero. Ya son 26 confirmados.
El subsecretario de prevención y promoción de salud , Hugo López-Gattel, adelantó que no sería sorprendente que en las próximas 24 horas se anunciaran decisiones sobre eventos de concentración masiva.
FIN
