Lo que sigue es designar terroristas a los cárteles

Rubén Cortés.

A la alerta máxima de Washington a sus ciudadanos y funcionarios de viaje para México por la inseguridad en algunos estados del país, lo que sigue es que declare a los carteles mexicanos de droga organizaciones terroristas.

Estados Unidos determinó que un tercio de México está copado por “delincuencia, secuestro, delitos violentos, homicidio y el robo”, y que “grupos atacan y roban embarcaciones comerciales, plataformas petroleras y embarcaciones de suministro”.

El aviso coincide con el informe del gobierno estadounidense que asegura que los carteles mexicanos “controlan el mercado de drogas de Estados Unidos, con rutas de transporte, comunicación avanzada y afiliaciones con grupos criminales y pandillas”.

Pero. ojo, eh: el temor de Estados Unidos al poder creciente del crimen organizado en México alcanzó niveles de pánico en diciembre de 2019, cuando el expresidente Trump aplazó la decisión de declarar “organizaciones terroristas” a los carteles.

“Legalmente estamos listos para hacerlo”, había anunciado. Sin embargo, lo aplazó a petición del presidente mexicano, porque “aunque es socialista, es un hombre que me gusta y respeto, que ha trabajado tan bien con nosotros”.

La relación era tan buena que antes de entregar el cargo, Trump liberó al ex jefe del Ejército mexicano, al que había detenido tras ser acusado de narcotráfico por el mismo Gran Jurado de Nueva York que condenó al El Chapo y procesa a García Luna.

Aunque con la derrota de Trump todo cambió: el Departamento de Estado eleva a la alerta máxima el aviso de no viajar a México, a causa de la inseguridad; y la DEA considera a nueve cárteles mexicanos “la mayor amenaza” para Estados Unidos.

Lo que sigue es que Joe Biden sí firme la declaración aplazada por Trump y declare “terroristas” a los carteles mexicanos, lo cual estimularía a otras naciones a hacer lo mismo para aislar a estos internacionalmente.

La acusación de terroristas a los narcos se extendería a quienes colaboren con ellos, incluso a sus clientes, porque los carteles dejarían de ser un tema de “seguridad pública” parea ser una amenaza a la “seguridad nacional”.

O sea: los carteles mexicanos pasarían a ser una prioridad para la Casa Blanca, y los servicios estadounidenses ya no necesitarían una orden de arresto para inspeccionar una casa o penetrar en un equipo de cómputo y hasta misiones de combate.

Como sea, la lucha contra los carteles es un asunto de percepción:

Con ellos, el gobierno mexicano apuesta a la paz, al entender que la guerra no funcionó; mientras Estados Unidos se aterra porque la droga que le llega desde México le mata a 100 mil ciudadanos.

Pero sus sedes están en México, y aquí la orden oficial es clara:

“Abrazos y no balazos”.

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